SIN DESAYUNO DISMINUYE EL METABOLISMO Y SE FACILITA LA OBESIDAD

La falta del desayuno o un desayuno muy escaso, produce grandes oscilaciones de la glucosa sanguínea que ponen en peligro el funcionamiento del cerebro. Este registra la situación como el comienzo de un ayuno y por ello activa una serie de sistemas de emergencia destinados a recuperar y mantener los niveles de glucosa sanguínea que le permitirán prolongar el ayuno nocturno y sobrevivir sin el combustible que debió ser aportado por el desayuno.
Se inicia así una masiva destrucción de las proteínas musculares, del colágeno de la piel y de los ligamentos. Estos se transforman en aminoácidos y abandonan los tejidos para ser convertidos en glucosa dentro del hígado. Restaurándose nuevamente los niveles de azúcar

Se deteriora la masa muscular

La elevación matutina del cortisol —la hormona que transforma proteínas en energía- determina que a lo largo de la mañana las proteínas sean utilizadas para mantener estables los niveles de glucosa sanguínea. Por ello, cuando el desayuno falla o si es muy escaso en proteínas, el cerebro se ve en la nefasta necesidad de recurrir a sus propias proteínas (los músculos, el colágeno de la piel y los ligamentos de los huesos) que son utilizadas como combustible en sustitución del desayuno.
Cuando la falta del desayuno es un modo de vida y ocurre en forma cotidiana, se produce una pérdida progresiva de las proteínas corporales, deterioro de la masa muscular y de los ligamentos de los huesos, ocasionando dolores musculares y óseos: así como una debilidad generalizada. La piel desecha el colágeno, adelgaza y pierde turgencia.

Perdemos músculos pero no grasa

En virtud de que el cortisol es la hormona energética que predomina al amanecer y durante la mañana promoviendo la conversión de proteínas, cada vez que achicamos el desayuno el cerebro tiene que recurrir a nuestras propias proteínas (los músculos y el colágeno de la piel).
Contrario a lo que se piensa no ocurre pérdida de grasa, pues la hormona que moviliza la de reserva, únicamente se eleva en las noches siendo la responsable del adelgazamiento durante el sueño nocturno. Pero en la mañana esta hormona se encuentra baja y al no desayunar en vez de adelgazar a expensas de las células de grasa, perdemos masa noble y músculos pero no las reservas de grasa. Por ese motivo, los obesos, que son lo que suelen omitir desayuno, pierden tono y masa muscular. Se tornan débiles, pero no delgados.

Aumentan las células de grasa

Un desayuno muy escaso también promueve que en las células de grasa se incremente una enzima que las hace mucho más ávidas para recolectar grasa. De esta forma, el resto del día los alimentos se desviarán directamente hacia las células de grasa. Cada vez tendremos más grasa y menos músculos.


Daniela Jakubowicz

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