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Principios de la nutrición celular 
La nutrición celular se basa en estimular la capacidad regenerativa del propio cuerpo, que es potencialmente inmensa, pero se halla muy mermada por la constante intoxicación (química, informativa, emocional) a la que lo sometemos.

La organización social, económica, y ecológica de la civilización moderna constituyen un medio altamente agresivo para el organismo que se desenvuelve en su seno, y como consecuencia estamos experimentando una pandemia global de enfermedades degenerativas físicas y mentales relacionadas con la saturación de todo tipo de elementos en diferentes campos fenomenológicos como el químico (azúcares, grasas, proteínas, metales pesados, y una variedad de cientos de toxinas de origen industrial diferentes), el físico (ondas y campos electromagnéticos), el informacional (datos, ruido, luz directa sobre las pupilas, programación de la vida diaria, todo tipo de porgramaciones/rigideces mentales y en general el sobreestímulo del Sistema nervioso simpático y ciertas regiones de la corteza cerebral), y el emocional (traumas, conflictos no resueltos, miedos).

Resulta imposible en pocas líneas dibujar un cuadro siquiera medianamente completo de todos los procesos que afectan a nuestra salud en la sociedad contemporánea y el modo en que se interrelacionan, pero sí podemos hablar de un resultado común a todos ellos: La desvitalización o merma de la capacidad regenerativa de células y tejidos. Esta es la consecuencia final, que se traduce en la aparición de enfermedades crónicas y degenerativas. También mencionaremos otros dos aspectos, más concretos, relacionados con la nutrición celular, que son la sobredemanda energética y la pérdida de capacidad asimilativa de los nutrientes esenciales.

A través del aire, la alimentación, y el contacto con numerosos productos industriales, recibimos una constante afluencia de toxinas, metales pesados, y sustancias que el cuerpo debe o bien drenar, o bien metabolizar (transformar), o bien acumular en tejidos especializados para ello como el adiposo. Todas estas actividades cuestan energía, lo cual, unido al derroche energético (mucho mayor del que imaginamos) que directa o indirectamente provocan el stress mental y emocional, y la actividad incesante a la que en la mayoría de los casos obliga nuestro modo de vida y organización social (al contrario de lo que generalmente se cree, trabajamos en términos absolutos más ahora que en la mayor parte de los periodos históricos que nos precedieron), genera una demanda energética elevadísima. Es un hecho sobradamente documentado que los cazadores-recolectores que viven en contacto con la naturaleza (excluyendo, quizás, a los esquimales y pueblos del ártico por las condiciones climáticas extremas en las que viven) necesitan muchísimas menos calorías diarias que nosotros para mantenerse en forma y con buena salud. Bartolomé de las Casas (1474-1566), llegó a afirmar en su Breve relación de la destrucción de las Indias Occidentales, que “con lo que come y mata un cristiano en un día, vive una familia de indios un mes”. Esta demanda energética se satisface por lo común mediante la ingesta masiva de hidratos de carbono y/o grasas y proteínas. A menudo escuchamos que estamos sobrealimentados, pero en realidad estamos sobreintoxicados o sobreestresados y nos procuramos un aporte energético en función de nuestras necesidades.

Además, el cuerpo no consigue depurar las toxinas al mismo ritmo que las recibe, y éstas se van acumulando poco a poco, empeorando la calidad de funcionamiento del sistema, como una gran red de cañerías sucias que requieren regularmente de los servicios de un fontanero. Las paredes del intestino, en donde se incorporan los nutrientes a la sangre, no son una excepción, y esto limita grandemente nuestra capacidad de asimiliación de muchos de estos nutrientes. Una grandísima parte de las vitaminas, minerales, y otras sustancias beneficiosas que contienen los alimentos que ingerimos, no llegan a nuestro torrente sanguíneo y por lo tanto no llegan a las células. Esto a su vez incrementa, cerrando un círculo vicioso (“ciclo de retroalimentación positiva” en lenguaje técnico), la demanda de energía y nutrientes.

En los zumos, en cambio, los nutrientes se hallan en suspensión y son muy fácilmente asimilables por el epitelio intestinal, aún estando sucio. Las fórmulas empleadas por la zumoterapia aportan a las células de forma casi directa y sin coste energético grandes cantidades de vitaminas, minerales, oligoelementos, y aminoácidos, entre los que cabe destacar antioxidantes como las vitaminas C y E, la carnitina, el ácido fólico, el inositol, y el ácido pantoténico. Además, ya que el cuerpo no necesita invertir energía en la digestión, puede dedicar toda ella a la regeneración. Se trata del mismo principio que aplica la sabiduría popular en el cuidado de los enfermos: Por la experiencia acumulada de generaciones, desde un tiempo mucho anterior a la generalización del empleo de antibióticos y analgésicos, sabemos que los caldos y los zumos ayudan a las personas enfermas a recuperarse.
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Aplicación práctica: La terapia regenerativa.

Se ofrecen a continuación fórmulas para la elaboración de zumos para dietas regenerativas. Se pueden aplicar de muchas maneras y son completamente compatibles con la práctica simultánea de otras terapias holísticas como la homeopatía. Lo que aquí denominamos terapia regenerativa completa consiste en una dieta a base de zumos proteicos y mineralizantes excluyendo los alimentos sólidos durante un mínimo de tres semanas, combinada con un adecuado reposo físico y mental y la mayor exclusión posible de cualquier factor de stress. Con la terapia regenerativa completa se obtienen los siguientes beneficios:

-Aporta grandes cantidades diarias de nutrientes (mucho mejor asimilables que por cualquier otra vía) que estimulan la capacidad regenerativa de las células.

-La ausencia de alimentos sólidos, unida a la acción de las fibras de algunas de las frutas y verduras de los zumos, posibilita poco a poco la limpieza de las paredes intestinales, aumentando progresivamente nuestra capacidad de asimilación de nutrientes. Este efecto se retroalimenta con el anterior, provocando una vitalización cada vez mayor de los tejidos.

-Las grandes cantidades de energía que destinamos a la digestión y a la neutralización de los diferentes factores de stress quedan a disposición de la actividad regenerativa y depurativa.

-La progresiva depuración de todos los órganos y sistemas del cuerpo retroalimenta constantemente la capacidad regenerativa celular y se hace cada vez más efectiva.
En el caso de enfermedades graves, se recomiendan terapias regenerativas completas de tres meses o incluso más. Los resultados de este tipo de depuraciones prolongadas son prodigiosos, y en el transcurso de ellas suelen acontecer episodios de crisis depurativa con cuadros sintomatológicos de todo tipo. En estas situaciones es de gran ayuda contar con el apoyo de una persona con conocimientos sobre salud que sepa respetar los procesos depurativos del organismo.

Podemos comprobar los efectos de la zumoterapia aplicándola un día, tres días, o incluso con una sola toma, y observando después (o preguntando a los que nos rodean) si notamos cambios en nuestra vitalidad, estado de ánimo, o en la lozanía de nuestro aspecto. Los efectos se retroalimentarán holísticamente si combinamos la aportación de nutrientes de la zumoterapia con una mejora de la oxigenación celular, por medio de prácticas con las que trabajamos la respiración, como el yoga o el tai-chi, o simplemente saliendo al campo, y exponiendo lo más posible nuestra piel al viento o al agua de mar. La capacidad regenerativa del cuerpo puede estimularse de muchas maneras, y una de las más efectivas es sin duda el contacto con la naturaleza, especialmente con los cuatro elementos sol, tierra, aire, y mar. Otro importante factor para estimular nuestra capacidad regenerativa natural es la relajación de nuestro sistema nervioso. El estado de alerta, o simpaticotónico, consume una gran cantidad de energía que podría ser destinada a otras funciones.

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Categorías de ingredientes

Terrestres: Zanahoria, rábano, remolacha

Semiterrestres: Piña, fresa, calabaza
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Aéreos: Naranja, limón, uva, mandarina, granada
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Proteicos: Manzana, pera, melocotón, albaricoque
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Mineralizantes: Lechuga, espinaca, acelga, cerrajón, apio, perejil, canónigos, diente de león

-En general, Los terrestres son los que están bajo tierra, los semiterrestres los que están a ras de suelo, y los aéreos los que cuelgan de las ramas. Los mineralizantes son todas las hojas y tallos verdes, y los proteicos son algunas frutas especiales ricas en aminoácidos como la manzana o la pera.
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Base de los zumos
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-En primer lugar se ha de preparar una base constituida por un aéreo, un terrestre, y un semiterrestre. Nunca se ha de mezclar aéreo y terrestre en primer lugar. Siempre comenzar por terrestre + semiterrestre y añadir después el aéreo, o bien aéreo +semiterrestre y añadir seguidamente el terrestre.

-A esta mezcla se le añade zumo de lechuga y perejil pasados por la licuadora. No es necesario seguir unas cantidades proporcionales exactas entre los ingredientes. La intuición funciona muy bien para lograr una mezcla equilibrada. También es importante la experiencia que se adquiere con la práctica ensayo-error, evaluando la digestividad y el sabor de la mezcla, y sobre todo como se siente uno las siguientes horas.

Base: Lechuga + perejil + (1 terrestre + 1 semiterrestre + 1 aéreo).
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Fórmulas para la dieta regenerativa

-Por medio de la combinación de dos fórmulas a lo largo del día, obtenemos una nutrición completa que satisface todas nuestras necesidades sin necesidad de consumir otros alimentos.
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Zumo proteico: Base + 2 elementos proteicos

Zumo mineralizante: Base + 2 elementos mineralizantes

-Se trata de zumos bastante densos que sacian el apetito. Sustituyen una comida. Se pueden alternar zumos y comidas, lo cual es mucho más conveniente que consumir zumo y comida sólida a la vez. No se deben mezclar zumos proteicos y mineralizantes. La terapia regenerativa completa consiste en abandonar durante al menos tres semanas los alimentos sólidos, tomando zumos mineralizantes por la mañana y por la noche como desayuno y cena, y zumos proteicos a mediodía o entre horas. Si se combina su toma con comidas sólidas, se recomienda que la dieta de éstas sea lo más depurativa posible. Dejar de tomar carne durante el periodo depurativo tiene siempre efectos muy positivos ampliamente contrastados (por ejemplo, en la evolución de tumores), y lo mismo ocurre con los lácteos.

-Los zumos deben ser siempre frescos y se deben tomar preferentemente inmediatamente después de su preparación. Cuando se puede elegir, siempre es más deseable el empleo de productos de temporada, locales, y de producción biológica. De todos modos, la terapia funciona muy bien y tiene efectos muy positivos en la salud física y psíquica aunque no se disponga de productos biológicos o de temporada etc.

-Para que el aporte de nutrientes sea lo más completo posible, especialmente cuando se abandona la dieta sólida, es importante no quitar las pepitas de las frutas antes de licuarlas. No emplear plátano ni tomate.

-Tomar los zumos en ayunas y esperar un mínimo de veinte minutos para ingerir alimentos sólidos después de beberlos. Mientras que la fruta fresca y los zumos se asimilan en el intestino, el resto de los alimentos comienzan a digerirse en el estómago. Al entrar en el sistema provocan el cierre del píloro, impidiendo que la fruta pase directamente al intestino y fermente en el estómago perdiendo gran parte de sus propiedades.

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